miércoles, 31 de octubre de 2012

COMPARTIENDO LA PÉRDIDA Y EL DUELO EN FAMILIA





La festividad de todos los Santos genera una oportunidad a las familias para reencontrar emociones y rememorar vivencias con los que ya no están. Mañana muchas personas se acercarán a los cementerios para ello. Es un buen momento pues para liberar nuestras angustias y preocupaciones sobre la muerte exponiéndonos a ella. El doliente y la mayoría de nosotros (seamos de la edad que seamos),  tenemos diferentes necesidades que hay que respetar y que hay que ayudar a canalizar adecuadamente a nivel emocional como son la necesidad de encontrar sentido o significado a la muerte y la necesidad de buscar culpables. Muchas personas no aprovechan este momento para revivir estas necesidades ni compartirlas perdiendo dicha oportunidad de trabajar emocionalmente sus propios miedos e inquietudes en compañía.

Los diferentes especialistas sobre el duelo explican que es conveniente pasar unas fases para tener un duelo “sano” y lo importante para que así sea es dejarse tiempo para vivir la pérdida, expresar y ventilar las emociones hasta la saciedad. Muchas veces no lo hacemos y puede resultar perjudicial para nuestro bienestar mental, puesto que quedándonos estancados o negando esa pérdida o esa parte de nuestra realidad en un futuro puede llevarnos consecuencias indeseadas a nivel psicológico como por ejemplo depresiones reactivas o ataques de pánico sin causa aparente.

El día de todos los Santos puede resultar, pues, un buen momento para poder plantear una actividad en familia que nos ayude a todos los miembros presentes (grandes y pequeños) a compartir opiniones y a liberar tensiones y dudas respecto al tema. Podemos fomentar diferentes lecturas o películas acerca de la muerte y las pérdidas o retomar la revisión de antiguas fotografías de las personas que nos faltan. Podrá ser una actividad que nos acercará aún más a nuestros allegados y nos ayudará a superar los baches que probablemente viviremos en un futuro esperemos que lejano.

Elisabet Arqués Psicóloga
Psicóloga
Col 16567




A continuación tenéis algunas recomendaciones que podéis encontrar en las librerías:

Arnold Johann Christoph en su libro “No tengas miedo”, plantea la importancia de enfrentar-nos a estas emociones y a que cuando nos negamos a ello negamos nuestra necesidad propia de seguir amando a alguien que ya no está entre nosotros así como seguir recibiendo su amor. Cuando nos contenemos o permitimos que alguien nos contenga (esto incluiría todo aquello que implica evitar tener contacto con la muerte como visitar cementerios, ir a funerales...) y dejamos de exteriorizar esta necesidad de expresión seguiremos sintiéndonos frustrados y nunca llegaremos a curar. Por tanto, el dolor por la muerte de un ser querido es una respuesta natural del alma ante la pérdida y no se debería reprimir.





Podéis echar un vistazo también a la bibliografía de Elizabeth Küler-Ross Doctora en medicina y psiquiatría. Doctora Honoris Causa de más de veinte Universidades de diversos países. Aquí os dejo algunos títulos:

- La muerte un amanecer
- Sobre la muerte y los moribundos
- Una luz que se apaga
- Aceptar la muerte de un niño
- Preguntas y respuestas a la muerte de un ser querido
- Carta a un niño con cáncer
- Vivir hasta despedirnos
- Recuerda el secreto
- Todo final es un luminoso principio
- La rueda de la vida



lunes, 1 de octubre de 2012

ENTENDIENDO LA RELACION ENTRE EL PENSAMIENTO Y EL SUFRIMIENTO EMOCIONAL


¿ Alguna vez os habéis parado a pensar de dónde proviene el sufrimiento emocional? Muchos científicos e investigadores del ámbito de la psicología coinciden en que el sufrimiento emocional proviene del pensamiento y no tanto en los hechos o situaciones que nos llegan de diferentes áreas vitales como la familia, la pareja, el trabajo...

 



Estamos expuestos constantemente a estresores diarios que propician que surjan emociones y sentimientos, pero lo que interpretemos nosotros a través del pensamiento acerca de las causas y la influencia que parecen tener en nostros dichos estresores, es lo que nos provocará el sentimiento y no las consecuencias directas . Por todo ello se puede afirmar que nuestra manera de pensar condiciona nuestra manera de sentirnos en la mayoría de ocasiones.

Des de este punto de vista nos podríamos preguntar ¿cómo tengo que pensar para que mi pensamiento afecte lo menos posible a nivel emocional? O ¿qué es una persona considerada “sana” en salud mental? . Vamos a intentar explicarlo a través de un caso, 

Tenemos a Pedro y Julia, estudiantes que se enfrentan a un mismo examen de recuperación (Hecho):
 
Pedro piensa...”Como estoy tan nervioso y suspendí el anterior examen, seguro que voy a suspender” 
Júlia piensa... “ Estoy nerviosa pero he estudiado muchas horas, no me puede ir peor que el anterior examen”
¿Cómo actuaríamos seguramente si pensásemos como Pedro ante el examen?
Parece que a nivel emocional Pedro se siente frustrado, inseguro y ansioso, quizás sentiríamos tanto estas emociones que no seríamos capaces de concentrarnos en el examen, concentrados en nuestras emociones y nuestro estado emocional. Si el resultado del examen fuera positivo, entonces quedaría como un “mal rato” pero si el resultado fuera un suspenso validaríamos nuestra hipótesis: “Seguro que voy a suspender y he suspendido”. Aquí el sentimiento crearía nuestra interpretación del hecho distorsionando e influenciando en
la realidad.
Pero si por el contrario pensamos como Júlia, probablemente nos centraríamos en el examen con confianza y decisión, no interfiriendo el nerviosismo sentido.
 
Según Mason y Kreger (2008) Habitualmente, las personas “sanas” emocionalmente acostumbran a realizar una correspondencia entre lo que sienten y los hechos: Esto seria realizar una interpretación ajustada a la realidad. 
Por ejemplo:
· Si tu padre llega a casa ebrio todas las noches (hecho) tú te sentirías asustado o preocupado (sentimiento).
· Si tu jefe te felicita por un gran proyecto (hecho) tu te sentirías orgulloso y feliz (sentimiento).

 
Algunas personas, sin embargo, pueden hacer lo contrario. Cuando sus sentimientos no encajan dentro de los hechos, inconscientemente pueden revisar los hechos para encajar sus sentimientos. Esta puede ser la razón por la que dos personas ante el mismo hecho tengan percepciones de los acontecimientos diferentes.
En todo este juego entra la valoración del propio autoconcepto, la autoestima así como las experiencias anteriores que provocan una interpretación basada en la realidad del la persona.
Si sentimos emociones y sufrimiento indeseados y al analizarlo detenidamente vemos que no hay explicación ni lógica que se corresponda con la realidad una buena técnica para ello es enfrentarnos al papel y lápiz y anotarlos, e intentar cambiarlos.
 
Si vemos que pese a ello, no encontramos motivos quizás debiéramos buscar ayuda con el fin de aprender a dialogar con ellos y ajustarlos en la medida de lo posible a la realidad vivida.
 
Elisabet Arqués
Psicóloga
Col 16.567
Bibliografía
Paul T. Mason, M.S., C.P.C., y Randi Kreger (2003) Deja de andar sobre cáscaras de huevo".